Hay algo en lo que todos coincidimos: la pandemia nos obligó a cambiar en varias capas. Nos movimos muy rápido en todos los ámbitos: social, educativo, tecnológico, ¡no se diga médico!
Adaptar nuestra rutina al confinamiento tuvo que ser inmediato. Pero es claro que cada quien lo ha vivido de maneras muy distintas.
¿En qué me reinventé yo? Aparte de aceptar las oportunas interrupciones de ladridos y gritos de vendedores ambulantes a mitad de las juntas, me ajusté también a compartir mi espacio con todo lo que ello implica: ahora 4 personas pasamos los días en el mismo lugar. Compartimos nuestras preocupaciones, miedos, gustos y actividades (a veces coinciden y otras no tanto) y aprendimos a acompañarnos y a cuidarnos en este momento tan complicado.
Como mamá me preocupa ver a mis hijas lejos de sus amigos, pero la tecnología ha resuelto la situación del distanciamiento.
Acepto que, dentro de estas circunstancias he obtenido varios aprendizajes. Puedo ver a mis hijas crecer y me siento más cerca de ellas; además, ahora entienden mejor mi trabajo y el de su padre, lo que nos conecta y nos une.
Por otro lado, como profesionista me doy cuenta de que avanzamos con rapidez y nos esforzamos para acoplarnos a este modelo digital que llegó para quedarse. Aunque yo estaba acostumbrada al home office, probablemente en el futuro mi presencia en la oficina será ocasional. De hecho todas las empresas ya se dieron cuenta de que funcionan perfectamente con el trabajo remoto: ¿teníamos que esperar un fenómeno así para adoptarlo?
Curiosamente en diciembre del año pasado, en una de mis redes sociales coloqué una noticia de Forbes cuyo título era: “Home office, el regalo navideño que esperan los mexicanos de su empresa”. ¿Quién iba a pensar que en tan poco tiempo pasaran tantas cosas?
Este largo tiempo en aislamiento ha sido duro, pero con grandes lecciones. Hoy tengo claro lo esencial que es la inteligencia emocional para manejar con fortaleza los momentos difíciles.
Es natural tener miedo y sentirnos inseguros, pero también debemos buscar espacios para disfrutar el presente, eso nos ayudará a lidiar con la montaña rusa de emociones. Igualmente, entiendo el esencial rol de cuidarnos empáticamente, pues gracias a eso hoy mi familia está sana y estamos más unidos que nunca.
Debo aceptarlo: no veo la hora para volver a disfrutar del cine, ver a mis amigas, regresar a la oficina y estar con mis compañeros y amigos del trabajo, pero mucho más relevante que eso es entender en experiencia propia la oportunidad resiliente para aprender y perfeccionar las capacidades personales y profesionales.
Mientras suceden todos estos retos y me cuido con mi familia en casa, Webex ha sido el puente de conexión que me ha permitido dar curso a mi vida: no me pierdo una de mis clases de yoga por ese medio, atiendo juntas de trabajo, me reúno con mi familia y hasta paso momentos muy divertidos con mis amigas (compartiendo una copa de vino).
Acompañame a observar estos momentos con atención: son inéditos y por lo mismo es crucial la interpretación y respuesta ante ellos. ¿Qué tendencias puedes romper gracias a lo que está pasando? ¿Qué aprendizajes de largo plazo quedan? ¿Hacia dónde piensas dirigir esta serie de cambios?
A esto me refiero con el hecho de ver a la pandemia como una oportunidad para reinventarnos. ¿Estas listo?
Este blog fue escrito en un momento de introspección e inspiración, espero que esté “pinkmente” aplicado.