Era el año 2011 y estaba haciendo un MBA. Tenía muchísimas expectativas y esperanzas sobre mi futuro. Me veía desarrollando un proyecto de marketing en alguna multinacional italiana en el extranjero. Todos los días salían de mi buzón de correo electrónico de Hotmail varios currículum vitae y propuestas de colaboración o estaba en contacto con compañeros para saber lo que estaban haciendo. Todas las mañanas consultaba mi buzón de correo electrónico como una niña delante del árbol de Navidad, entusiasmada y curiosa por saber si alguna empresa me había contestado.
Un lunes por la mañana, mientras me tomaba el café, me llamó la atención un mensaje de correo electrónico escrito en un italiano macarrónico que recibí de un contacto: hablaba de un producto chino milagroso que no entendía para qué podía servirme, pero pensé que al haberlo recibido de una persona conocida no podía sucederme nada. Hice clic en aquel enlace para ver de qué se trataba y desde ese momento mi vida cambió: me robaron mi identidad digital.
Al día siguiente, por la mañana, vi que desde mi buzón de correo electrónico se habían enviado muchísimos mensajes de correo electrónico a todos mis contactos y tuve la certeza de que todos aquellos que cometiesen mi mismo error se verían afectados como yo. Me vi obligada a cerrar mi cuenta y a perder para siempre la posibilidad de ver si alguna de aquellas empresas a las que había propuesto mi proyecto me contestaría.
Hoy, casualidades de la vida, me ocupo precisamente de seguridad cibernética y comunicación, y diariamente me llegan los mensajes de correo electrónico más variopintos a mi buzón de correo electrónico con un valioso asunto (Correo electrónico no deseado, SPAM). Están escritos en un italiano perfecto y están muy bien falsificados.
Me proponen ofertas de trabajo fantásticas; solo tengo que hacer clic en un enlace. Y si no respondo se ponen de nuevo en contacto conmigo para preguntarme en tono persuasivo y amistoso el motivo por el que todavía no les he dado ninguna respuesta. La diferencia es que hoy ya tengo la lección aprendida y cuando recibo nuevos mensajes de correo electrónico de este tipo informo al centro de investigación Talos para que verifiquen si se trata de un mensaje de correo electrónico dañino y me ayuden a no volver a recibirlo. Hoy, al mandar este aviso, sé que será un tesoro también para otras empresas. Y esto es porque en la empresa donde trabajo no se presupone que nadie será nunca atacado solo por el hecho de contar con soluciones de seguridad cibernética, sino que todos estamos expuestos en todo momento a un ataque.
No obstante, el quid de la cuestión es distinto y estriba en ser capaces de descubrirlo en tiempo real y solucionarlo inmediatamente.
Esto es lo que hacemos y esto es de lo que somos conscientes. Hoy es viernes y, por ejemplo, me ha llegado una notificación que me indica que mi PC ha sido atacado también hoy. He descargado la actualización, he vuelto a encender el PC y he escrito esta historia. Y mi fin de semana puede empezar sin que tenga que volver a tener miedo de encontrarme otro lunes tomándome un café con un buzón de correo electrónico que ya no puedo considerar mío.
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